martes, 29 de abril de 2008

La palabra del mudo: Una aventura nocturna



“Una aventura nocturna”, Arístides, un solterón solitario, “una noche, desertando de sus lugares preferidos, se echó a caminar sin rumbo por las calles de Miraflores”.Al pasar delante de un café, la visión de una mujer lo anima a ingresar y entablar una conversación. Arístides cree percibir insinuaciones de mayor intimidad. Al final de un grotesco aprovechamiento de parte de la mujer, Arístides se ve burlado. La mujer cierra la puerta cuando él se disponía a ingresar. La trama de este cuento se inicia con la presentación del personaje Arístides. Destaca aquí la caracterización basada en atributos sociales y económicos, unidos a unos cuantos rasgos de descripción: “A los cuarenta años, Arístides podía considerarse con toda razón como un hombre ‘excluido del festín de la vida’. No tenía esposa ni querida, trabajaba en los sótanos del municipio anotando partidas del Registro Civil y vivía en un departamento minúsculo de la avenida Larco, lleno de ropa sucia, muebles averiados y de fotografías de artistas prendidas a la pared con alfileres”..
Significativa es la forma cómo se percibe frente a los otros, sus “viejos amigos ahora casados y prósperos”, que lo evitan o le hacen sentir “cierta dosis de repugnancia” cuando se ven obligados a saludarlo. En la segunda parte, el protagonista se desplaza a un territorio que no es el habitual. Aquí destaca las referencias a las calles del distrito limeño de Miraflores. En una “urbanización desconocida, donde comenzaban a levantarse los primeros edificios de departamentos del balneario”, encuentra un café “cuya enorme terraza llena de mesitas” se hallaba desierta. El protagonista experimenta un conjunto de sentimientos al observar a una “mujer gorda, con pieles, que fumaba un cigarrillo y leía distraídamente un periódico”, y venciendo su timidez se anima a entrar al percibir que la mujer lo mira “con una expresión de moderada complacencia”.
En lo que podría llamarse una tercera parte, encontramos a Arístides ocupando una mesa “observando una mosca desalada que se arrastraba con pena hacia el abismo”, imagen cuya clave sólo al final se nos revelará. Se entabla un diálogo con la mujer e incluso bailan un par de piezas. Arístides es feliz “hubiera pagado su consumo para salir a la carrera, coger al primer transeúnte y contarle esa maravillosa historia”. El tiempo narrado es de poco más de una hora al cabo de la cual la mujer anuncia que se retira a dormir, “Me quedo- dijo Arístides, con un tono imperioso, que lo sorprendió”. A lo que la mujer, sin mayor convicción asiente pero le impone una tarea. Lo que viene luego es el relato de Arístides guardando gran cantidad de mesas “que eran de hierro y pesaban como caballos”, mientras la mujer “lo miraba trabajar con expresión amorosa”. Al final, ésta le pide que guarde un gran macetero que se encontraba tras la mampara, cuando Arístides se acerca a la puerta, la mujer con expresión burlona la cierra. El protagonista queda con: “la sensación de una vergüenza atroz, como si un perro lo hubiera orinado”.

1 comentario:

Unknown dijo...

muy bn su resumen hagen mas